Horacio Quiroga: Decálogo del perfecto cuentista
- Cree en un maestro — Poe, Maupassant, Kipling, Chejov— como en Dios mismo.
- Cree que su arte es una cima inaccesible. No sueñes en domarla. Cuando puedas hacerlo, lo conseguirás sin saberlo tú mismo.
- Resiste cuanto puedas a la imitación, pero imita si el influjo es demasiado fuerte. Más que ninguna otra cosa, el desarrollo de la personalidad es una larga paciencia.
- Ten fe ciega no en tu capacidad para el triunfo, sino en el ardor con que lo deseas. Ama a tu arte como a tu novia, dándole todo tu corazón.
- No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la importancia de las tres últimas.
- Si quieres expresar con exactitud esta circunstancia: "Desde el río soplaba el viento frío", no hay en lengua humana más palabras que las apuntadas para expresarla. Una vez dueño de tus palabras, no te preocupes de observar si son entre sí consonantes o asonantes.
- No adjetives sin necesidad. Inútiles serán cuantas colas de color adhieras a un sustantivo débil. Si hallas el que es preciso, él solo tendrá un color incomparable. Pero hay que hallarlo.
- Toma a tus personajes de la mano y llévalos firmemente hasta el final, sin ver otra cosa que el camino que les trazaste. No te distraigas viendo tú lo que ellos no pueden o no les importa ver. No abuses del lector. Un cuento es una novela depurada de ripios. Ten esto por una verdad absoluta, aunque no lo sea.
- No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir, y evócala luego. Si eres capaz entonces de revivirla tal cual fue, has llegado en arte a la mitad del camino.
- No pienses en tus amigos al escribir, ni en la impresión que hará tu historia. Cuenta como si tu relato no tuviera interés más que para el pequeño ambiente de tus personajes, de los que pudiste haber sido uno. No de otro modo se obtiene la vida del cuento.
Horacio Quiroga
Decálogo del perfecto cuentista (1927)
Decálogo del perfecto cuentista (1927)
Comentarios
hacía mucho que lo andaba buscando
Ahora es cuestión de implementar el resto.
Qué lindo
el punto 7 es contundente, y se me ocurre que algo de cierto habrá; pocas cosas como tan difíciles como encontrar la palabra justa para el momento justo.
¿el punto 9?, ¿el imperio de la emoción?
¿alguien mepuede dar la dirección de ese bar?, yo quiero probar cómo es escribir desde ahí y después les cuento...
Saludos!
- GRAN JEFE: ¿Y LA CACOFONÏA? Y BLA, BLA, BLA...?
DEJARIAS RIO-FRIO, o RIO-HELADO TE SUENA MEJOR?
-¡CUANTO DE LO QUE NOS ENSEÑASTE ESTA RESUMIDO EN ESTE DECALOGO!
En realidad "no empezar sin saber a donde vas" y "conduce a tus personajes... sin ver otra cosa que el camino que les trazaste...", creo (y es una opinion) que no es asi.
Justamente, se escribe bajo el imperio de la emocion y de los sentimientos porque si se deja enfriar para luego racionalizar, el arte queda muy atras. Y por supuesto, otra cosa es revisar y corregir.
Me gustan mas otros decalogos e incluiria a Chesterton.
Saluditos.
Bea
Siempre!
¡Tan agradecida que haya tenido a mi alcance el decálogo de Quiroga, perfecto, intachable!
Con este envío tuyo, me has dado la oportunidad de aprender algo más. Todos los días hay en tus textos ese algo más para aprender. Coincido con Quiroga en casi todo. y por supuesto que considero que por lo general, se escribe sobre lo leído sin plagiar o imitar. "Sería lo correcto"...
Gracias nuevamente. Un abtazo
soniacautiva@gmail.com
Creo que si usamos a la literatura para "descargar" las emociones mas frecuentes de la vida, lo que necesitamos, en realidad, es un psicologo, un buen amigo o un saco de box. Lo mejor seria expresar seres en cada palabra o, simplemente, interpretar filosofias en amaneceres distantes para plagar al entorno metafisico de realidades no fisicas.
Igual siempre es bueno tener los consejos de estos grandes...
-Si va a quedar en nuestro diario íntimo puede quedar así o nó: muchas veces al reelerlo cambiamos de opinión.
-Si queremos trasmitírselas a otro/a o a otros/as,es conveniente trabajar lo escrito para que realmente se entienda lo que sentimos.
Un verdadero manual del cuentista