Buenas y malas palabras en los cuentos para niños (por Ana María Machado)

"Por definición, literatura es el arte de las palabras. Pero pocos géneros literarios tienen lectores tan conscientes del poder mágico que poseen las palabras como la literatura infantil y juvenil. Salvo en ese género, muy raro es el lector capaz de acreditar que un conjunto de palabras tiene poderes para mover parte de una montaña, transformar una piedra en una puerta y revelar tesoros incalculables en su interior —como ocurre con el "Ábrete, Sésamo", en el cuento de Alí Babá y los cuarenta ladrones—. O acreditar que otra expresión pueda hacer que una olla empiece, solita, a cocinar delicias sin fuego debajo ni comida por dentro y, a pesar de eso, al fin pueda matar el hambre de multitudes e, incluso, inundar de comida todo un pueblo si alguien no logra decir las palabras exactas que hagan cesar el fenómeno."


Ana María Machado nació en Río de Janeiro, en el año 1941. Es autora de varias novelas para adultos y de cerca de un centenar de libros para niños, muchos de ellos traducidos a distintos idiomas, editados en 16 países y merecedores de todos los premios literarios que se conceden en Brasil y algunos del extranjero. En 1996 fue candidatizada por la FNLIJ, sección brasileña de IBBY, al premio Hans Christian Andersen. Finalmente obtuvo este premio en el año 2000.


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Comentarios

Lola dijo…
A mi criterio la magia no se encuentra en este caso en la literatura infantil... sino en sus propios lectores. Soy consicente del poder creador y disparador de la imaginación que tiene un libro...pero en caso de los niños la literatura para ellos vendría a dar justamente con ese lado crédulo, confiado e imaginativo que tiene la propia personalidad de los chicos, que consideran tan verosímil la existencia de una olla como el hecho de que pueda cocinar sin fuego ni comida, simplemente porque creo que dentro de ellos existe ese universo paralelo donde todo es posible. Donde se puede volar, escupir fuego o cazar estrellas. Lamentablemente, la conciencia de ese mundo mágico interior se va perdiendo con el transcurso del tiempo... y quizás la tarea del escritor resida en traerlo al recuerdo para que no se pierda del todo.