11 de octubre de 1492: Taki Ongoy (por Víctor Heredia)
Hubo un tiempo en el que todo era bueno. Un tiempo feliz en el que nuestros dioses velaban por nosotros. No había enfermedad entonces, no había pecado entonces, no había dolores de huesos, no había fiebres, no había viruela, no había ardor de pecho, no había enflaquecimiento. Sanos vivíamos. Nuestros cuerpos estaban entonces rectamente erguidos. Pero ese tiempo acabó, desde que ellos llegaron con su odio pestilente y su nuevo dios y sus horrorosos perros cazadores, sus sanguinarios perros de guerra de ojos extrañamente amarillos, sus perros asesinos.
Bajaron de sus barcos de hierro: sus cuerpos envueltos por todas partes y sus caras blancas y el cabello amarillo y la ambición y el engaño y la traición y nuestro dolor de siglos reflejado en sus ojos inquietos nada quedó en pie, todo lo arrasaron, lo quemaron, lo aplastaron, lo torturaron, lo mataron. Cincuenta y seis millones de hermanos indios esperan desde su oscura muerte, desde su espantoso genocidio, que la pequeña luz que aún arde como ejemplo de lo que fueron algunas de las grandes culturas del mundo, se propague y arda en una llama enorme y alumbre por fin nuestra verdadera identidad, y de ser así que se sepa la verdad, la terrible verdad de cómo mataron y esclavizaron a un continente entero para saquear la plata y el oro y la tierra. De cómo nos quitaron hasta las lenguas, el idioma y cambiaron nuestros dioses atemorizándonos con horribles castigos, como si pudiera haber castigo mayor que el de haberlos confundido con nuestros propios dioses y dejado que entraran en nuestra casa y templos y valles y montañas.
Pero no nos han vencido, hoy, al igual que ayer todavía peleamos por nuestra libertad.
Bajaron de sus barcos de hierro: sus cuerpos envueltos por todas partes y sus caras blancas y el cabello amarillo y la ambición y el engaño y la traición y nuestro dolor de siglos reflejado en sus ojos inquietos nada quedó en pie, todo lo arrasaron, lo quemaron, lo aplastaron, lo torturaron, lo mataron. Cincuenta y seis millones de hermanos indios esperan desde su oscura muerte, desde su espantoso genocidio, que la pequeña luz que aún arde como ejemplo de lo que fueron algunas de las grandes culturas del mundo, se propague y arda en una llama enorme y alumbre por fin nuestra verdadera identidad, y de ser así que se sepa la verdad, la terrible verdad de cómo mataron y esclavizaron a un continente entero para saquear la plata y el oro y la tierra. De cómo nos quitaron hasta las lenguas, el idioma y cambiaron nuestros dioses atemorizándonos con horribles castigos, como si pudiera haber castigo mayor que el de haberlos confundido con nuestros propios dioses y dejado que entraran en nuestra casa y templos y valles y montañas.
Pero no nos han vencido, hoy, al igual que ayer todavía peleamos por nuestra libertad.
Comentarios
¿Muchos hablan de "cultura inferior", me pregunto quién es "cultura inferior" ¿los europeos que no sabían hablar el idioma de los nativos, o los nativos que vivían en el lugar? ¿quién tenía "cultura inferior", los europeos que creían que la tierra era cuadrada sostenida por dos elefantes marinos, o los nativos que honraban a la Pachamama con danzas circulares?
Respecto a que todo era bueno y de pronto todo fue malo, es normal: la historia la escriben los que ganan en su época, y todo estaba bien en este texto porque no eran el pueblo esclavizado de la zona. Esa es la realidad de este pueblo que escribe como protagonista esta historia. Lo fueron recién con la llegada de los conquistadores europeos, y ése es su contraste. Es nada más y nada menos que una versión de los hechos, que deja en silencio las demás de la zona. Recién ahí, sin olvidar eso, podemos ver la verdad de esta realidad.
Nadie tiene derecho a meterse en la soberanía ni la cultura de ningún pueblo. Peor aún, nadie tiene derecho a extender una masacre en pos de 'porque tenemos ganas', o fines más loables como 'porque llevamos la civilización' o, más modernamente, 'porque llevamos la democracia'. Creo que ése es el punto de este texto. Y el otro punto es tener que decir que tenemos que recordar también las campañas al desierto, porque a nivel estadístico en esta rivera del plata, somos más hermanos del viejo continente que de los habitantes de nuestras tierras actuales.
NO, MEJOR QUE SE DOCUMENTE A LA LUZ DE LAS DENUNCIAS DE FRAY BARTOLOMÉ DE LAS CASAS, LOS COMENTARIOS DE GUAMÁN POMA DE AYALA Y EL INCA GARCILASO DE LA VEGA, DE SAHUGÚN Y LO REVISADO POR GALEANO Y FELIPE PIGNA Y DESPUÉS DISCUTIMOS TODO LO QUE ÉL QUIERA.
HASTA PRONTO.
DARÍO OLIVA.
http://arcadiavillamercedina.blogspot.com