La torre y el barro (texto de Pablo Ene.)
Siempre pensamos que las rejas eran para encerrar a los que cometían algún delito, que solo tras ellas se podría mantener a raya a aquellos delincuentes que atentan contra nuestra integridad y nuestra forma de vida. Pero, extrañamente, las rejas las posamos frente a nosotros.
En un momento creímos que con ellas bastaría, que la cárcel domiciliaría sería suficiente, pero no fue así. Después, nos mudamos a barrios mas exclusivos donde las cárceles se repetían por cuadra y los guardias nos aseguraban nuestra pertenencia, pero tampoco alcanzó. Así que dejamos la ciudad y creamos nuestro propio campo de concentración de lujo, pero nuevamente erigimos nuestra torre de marfil en el barro.
Entonces pedimos que se respete nuestra torre y que el barro no se entromezca en nuestra edificación. Pero el barro, obstinado por su propia situación, comenzó a avanzar sobre la torre acercándose cada vez mas a la cima. Entonces demandamos mas seguridad y levantamos un muro a nuestra vista, porque es sabido que el que no ve, no sabe, y el que no sabe, no le importa. Hasta que puede vislumbrar el barro y su micromundo se ve afectado. Entonces exigimos que el barro en su condición de tal se comporte como torre. Y por un momento el barro pareció ceder, pero luego, con su propia fuerza vital amenazada, continuó con su tarea invadiendo la torre. Entonces suplicamos que el barro no exista, aunque íntimamente lo deseáramos porque sabemos que la torre es artificial y que el barro es artificial, y que la torre sin el barro, es solo barro.
Y en ese momento, frente aquella contradicción de sentido, desarrollamos una nueva solución: Erigimos una nueva torre aun mas lejana, mas ausente y mas de marfil.
Pablo Ene. (o Pablo Naruszczynski, tal como se lo conoce en los terrenos de la irrealidad de su vida cotidiana) nació un 23 de junio de hace ya mas de 26 años, en la Ciudad de Buenos Aires. Sociólogo reciente, y técnico en computación fugado de las
cárceles de la tecnología desde hace varios años, es un ávido lector de literatura y filosofía, siendo particularmente adepto a Orwell, Camus y Kafka, pero también a Soriano, Saramago y Bioy Casares.
En una búsqueda constante de ampliar las opciones existentes, ya sean estas físicas y concretas como éticas y espirituales (en el sentido no estrictamente religioso), y de poder divisar las distintas alternativas que se presentan mas allá de las tradicionales y evidentes que se imponen día tras día, ha iniciando su humilde camino por la escritura, encontrando en Cruzagramas no sólo el medio para poder llevarlo a cabo, sino también un fin en si mismo para desarrollarse, sentirse e identificarse.
Profundidad de palabras, reflexión y talento escrito.
Si querés leer más textos de Pablo N, date una vuelta por su blog Absurdería.
En un momento creímos que con ellas bastaría, que la cárcel domiciliaría sería suficiente, pero no fue así. Después, nos mudamos a barrios mas exclusivos donde las cárceles se repetían por cuadra y los guardias nos aseguraban nuestra pertenencia, pero tampoco alcanzó. Así que dejamos la ciudad y creamos nuestro propio campo de concentración de lujo, pero nuevamente erigimos nuestra torre de marfil en el barro.
Entonces pedimos que se respete nuestra torre y que el barro no se entromezca en nuestra edificación. Pero el barro, obstinado por su propia situación, comenzó a avanzar sobre la torre acercándose cada vez mas a la cima. Entonces demandamos mas seguridad y levantamos un muro a nuestra vista, porque es sabido que el que no ve, no sabe, y el que no sabe, no le importa. Hasta que puede vislumbrar el barro y su micromundo se ve afectado. Entonces exigimos que el barro en su condición de tal se comporte como torre. Y por un momento el barro pareció ceder, pero luego, con su propia fuerza vital amenazada, continuó con su tarea invadiendo la torre. Entonces suplicamos que el barro no exista, aunque íntimamente lo deseáramos porque sabemos que la torre es artificial y que el barro es artificial, y que la torre sin el barro, es solo barro.
Y en ese momento, frente aquella contradicción de sentido, desarrollamos una nueva solución: Erigimos una nueva torre aun mas lejana, mas ausente y mas de marfil.
Pablo Ene. (o Pablo Naruszczynski, tal como se lo conoce en los terrenos de la irrealidad de su vida cotidiana) nació un 23 de junio de hace ya mas de 26 años, en la Ciudad de Buenos Aires. Sociólogo reciente, y técnico en computación fugado de las
cárceles de la tecnología desde hace varios años, es un ávido lector de literatura y filosofía, siendo particularmente adepto a Orwell, Camus y Kafka, pero también a Soriano, Saramago y Bioy Casares.
En una búsqueda constante de ampliar las opciones existentes, ya sean estas físicas y concretas como éticas y espirituales (en el sentido no estrictamente religioso), y de poder divisar las distintas alternativas que se presentan mas allá de las tradicionales y evidentes que se imponen día tras día, ha iniciando su humilde camino por la escritura, encontrando en Cruzagramas no sólo el medio para poder llevarlo a cabo, sino también un fin en si mismo para desarrollarse, sentirse e identificarse.
Profundidad de palabras, reflexión y talento escrito.
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Comentarios
Muy bueno el texto, macizo y a la vez permeable.
LUCRE