Borges: "Sueños más precisos que la vigilia de hoy" (por Sebastián Olaso)
Quizás no exista ninguna realidad. Es probable que las ilusiones y los sueños gobiernen la nada. Y que lo único que exista sea esa imagen ideal, esa idea imaginaria.
Entonces, si no existe el hombre, todo lo que uno haga, diga, piense, proyecte, sufra, goce, será vano. La inutilidad (la vanidad, en su sentido estricto) de todas las empresas y de todos los deseos humanos está siempre en el centro del mundo borgiano.
Siempre. En el centro. El tiempo y el espacio tienen, en Borges, una dimensión parecida a la humana. Si se trata de elementos ilusorios, tampoco existen. Su invención más conocida, el Aleph, es justamente eso: "El diámetro del Aleph sería de dos o tres centímetros, pero el espacio cósmico estaba ahí, sin disminución de tamaño"." El espacio no tiene ningún efecto. Todo está en el mismo, minúsculo lugar. Con el tiempo sucede algo parecido: Si es cierto que nada existe, la ilusión del tiempo no es suficiente para separar el presente, el pasado y el futuro. Todo sucede a la vez y en el mismo lugar. Todos los tiempos son el mismo momento y todos los espacios son el mismo: Nadie, nada, nunca. De eso se trata, independientemente de que éste sea el título de una novela de Saer.
Entre los símbolos más característicos de la obra de Borges es encuentra el espejo, como metáfora de lo real y lo ilusorio. El espejo, además permite a Borges instalar la paradoja de que quizás lo único real sea el reflejo, de que el mundo sea la ilusión y el reflejo lo palpable. Y los espejos enfrentados, reproduciendo la misma imagen de manera infinita, crean el espacio.
Y aquí aparece otro símbolo: la brújula. Vana, como toda empresa humana, la brújula intenta orientar a nadie hacia ninguna dirección. Y si no hay cómo orientarse, entonces por qué no agregar otro símbolo tan poderoso como el laberinto, que es un espacio delimitado y asfixiante, un espacio que, desde lo emocional, nos lleva al deseo de su opuesto, el infinito. ¿Y cómo simboliza al infinito? Con la arena. Y con la arena reaparecen los espejos, la brújula y el laberinto: porque no hay manera de cerciorarse. Porque no podemos identificar, reencontrar y reconocer un grano de arena que se escurre. Y como la imagen más nítida que tenemos de la arena que se escurre es la del reloj, entonces la arena también sirve para simbolizar la eternidad.
Y todos los símbolos caben en el más notable de sus símbolos: el sueño. Vaya ironía, tanto sueño y tanta imagen nos dejan a ciegas frente a una realidad inabarcable y, a fin de cuentas, quizás quedarse ciego después de haber creado estos símbolos tampoco cambie demasiado la dimensión de lo vano.
Siempre. En el centro. El tiempo y el espacio tienen, en Borges, una dimensión parecida a la humana. Si se trata de elementos ilusorios, tampoco existen. Su invención más conocida, el Aleph, es justamente eso: "El diámetro del Aleph sería de dos o tres centímetros, pero el espacio cósmico estaba ahí, sin disminución de tamaño"." El espacio no tiene ningún efecto. Todo está en el mismo, minúsculo lugar. Con el tiempo sucede algo parecido: Si es cierto que nada existe, la ilusión del tiempo no es suficiente para separar el presente, el pasado y el futuro. Todo sucede a la vez y en el mismo lugar. Todos los tiempos son el mismo momento y todos los espacios son el mismo: Nadie, nada, nunca. De eso se trata, independientemente de que éste sea el título de una novela de Saer.
Entre los símbolos más característicos de la obra de Borges es encuentra el espejo, como metáfora de lo real y lo ilusorio. El espejo, además permite a Borges instalar la paradoja de que quizás lo único real sea el reflejo, de que el mundo sea la ilusión y el reflejo lo palpable. Y los espejos enfrentados, reproduciendo la misma imagen de manera infinita, crean el espacio.
Y aquí aparece otro símbolo: la brújula. Vana, como toda empresa humana, la brújula intenta orientar a nadie hacia ninguna dirección. Y si no hay cómo orientarse, entonces por qué no agregar otro símbolo tan poderoso como el laberinto, que es un espacio delimitado y asfixiante, un espacio que, desde lo emocional, nos lleva al deseo de su opuesto, el infinito. ¿Y cómo simboliza al infinito? Con la arena. Y con la arena reaparecen los espejos, la brújula y el laberinto: porque no hay manera de cerciorarse. Porque no podemos identificar, reencontrar y reconocer un grano de arena que se escurre. Y como la imagen más nítida que tenemos de la arena que se escurre es la del reloj, entonces la arena también sirve para simbolizar la eternidad.
Y todos los símbolos caben en el más notable de sus símbolos: el sueño. Vaya ironía, tanto sueño y tanta imagen nos dejan a ciegas frente a una realidad inabarcable y, a fin de cuentas, quizás quedarse ciego después de haber creado estos símbolos tampoco cambie demasiado la dimensión de lo vano.
Comentarios
Lily Chavez
Anécdota: ¿Sabías que Borges caminó por la calle principal de Acevedo, mi pueblo natal? Hay allí una iglesia donada por una familiar, y también una estancia que era (o es) propiedad de la familia.
Muy buena tu reflexion
un beso
Gracias Sebastián por honrar al ¡MAESTRO!
sin embargo, al degustar este ensayote del Sebas Olaso, me dan ganas de re-leerlo...
cosas que logra Olaso...
A mi me parece que en el fondo, usted no quiere confesar su admiración, jaja. Además, mucho de lo hecho comenzó en el Borges, hace algunos años ya. ¡Que épocas! Le dejo un beso, y...¡que sigan los éxitos!
(¿le mandé los tres puntitos, vió?)
Leo alguno de sus cuentos, su poesía y pienso: qué bien escrito, qué perfecto. Pero siempre lo siento como demasiado exacto, distante, frío... no me conmueve como Cortázar, como Abelardo Castillo o tantos otros.
Me alegra haberme anotado en tu taller!!!
Gracias!
Saluditos
Todos esos símbolos son perfectos aliados de lo que no se ve. Terreno en que nos descubrimos efímeros y frágiles. Tiempos dentro de otros tiempos en un tiempo general e inextricable.
Pensaba en algo el otro día, en un aforismo mirando la tapa del El ser y la nada de Sartre antes de adentrarme en su lectura. Pensaba largo rato y buscaba el modo de quitarme esa sensación primera, de impacto, de que ser y nada son la misma cosa.
Un placer leerte, Sebastián. Entrarle a Borges y a su universo no es nada fácil. Pero seduce tanto!
Me encantó esta nota. Te felicito.
Un abrazo.
Eratos-tanatos/ paroxismo /Todo y Nada.
Y esas connotaciones que nos Alzan/ nos dan vuelta y vuelta; decís: la inmanencia/ lo efímero/ la evaporación de un grano de arena; digo me aferro con uñas y piel a ese último grano de arena para no perderme de la sed y de la Sed.
Cosas posesiva de un Tauro que una tiene por constelación, tal me agarro a vos: tu texto.
Grande Sebastián Olaso, grande Borges.
Sensiblemente, Fanny
Como escribís amplitudes y pensás amplitudes, me quedaron resonando muchas cosas de las que charlamos entre todos.
Muy, muy interesante ver a Puig. Descubrir los "quiebres" y las "rupturas" en la literatura...
Y si lográs que entienda y quiera un poco más a Borges, ¡te hago una escultura en la entrada de Cruzagramas!
Quizás no exista ninguna realidad.
Leyendo tú texto, Sebastián, me percaté que el laberinto donde murió el rey de Babilonia está construido sobre la arena.
el taller de Sebastián "O" es un excelente complemento del
taller de creatividad literaria de Sebas. Y viceversa!
Besos