Analfabetos (por Silvia Furuzawa "Keiko")
No para que todos sean artistas,
sino para que nadie sea esclavo.
sino para que nadie sea esclavo.
Gianni Rodari.
Me gustaría pedir perdón a las palabras por todas las veces que las utilicé mal. Por haberlas dejado en un rincón, olvidadas. Me gustaría pedirles perdón por todas las veces que las pronuncié con el tono equivocado, en el momento equivocado, con la certeza equivocada. Cuántas veces me las guardé por temor a lastimar, pero también cuántas, las callé por miedo a comprometerme, y por temor a amar de más.
Entonces, pienso en los niños que aún no fueron alfabetizados y en cuánta potencia tienen sus palabras y sus dibujos. Por qué razón es que nos descolocan: los retamos porque nos parecen crueles, pero en el fondo los admiramos porque pueden decir lo que piensan y lo que les pasa. Perturba tanta sinceridad. Tanta espontaneidad.
Y también pienso en tío grande, que fue prisionero de guerra y su diálogo cotidiano parece una sucesión de haikus. Puedo entender su lenguaje potente y de pocas palabras. Sabe de qué habla cuando dice muerte, cuando dice paz, cuando habla del hambre y del horror. Sabe lo que es el perdón. Él no fue a la facultad. Como otros tantos campesinos cuya única escuela es el campo y consiguen (sin reglas gramaticales) decir poéticamente qué sienten ante un atardecer.
Me pregunto si no es la misma escuela que nos quiere alfabetizar, la que nos hace analfabetos. A medida que crecemos y nos "educamos", nos volvemos ignorantes de nosotros mismos y de los demás. Porque preferimos callar; porque preferimos la indiferencia. Elegimos la cárcel de una vida sin voz, sin palabras, sin caricias. Somos como mil grullas de papel cautivas por el tirano móvil que nosotros mismos creamos. Aunque posiblemente las palabras voladas de nuestro "deseo", las de nuestra "pasión", nos liberen de estas sólidas rejas de la ignorancia, de la indiferencia y del egoísmo.
A las palabras parece que se las lleva el viento; pero no. Porque algunas quedan suspendidas en el aire, se juntan y caen a la tierra, y forman mares de poesía que se asoman como ríos subterráneos en la ciudad.
Por eso, yo le doy las gracias a la palabra que nos viene al encuentro solidaria, gratuita e inagotable.texto e ilustración por Silvia Furuzawa "Keiko"
Silvia Furuzawa es Keiko.
Nunca supe que significa Keiko, pero en mí, representa esa magia que encuentro cada vez que la leo. Camina entre oriente y occiedente todo el tiempo. Es poesía y musa.
Docente, pintora y escritora.
Y a mi se me ha otorgado el honor de tenerla como discípula en mis talleres.
Si querés leer más textos de Keiko (y conocer un poco más de sus dibujos) visitala en:
Olvidos momentaneos
Comentarios
Graciela Diaz
Es cierto lo que decís. Cuántas veces un SÍ o un NO, marcaron el rumbo de nuestras vidas, del país, del mundo. Para la guerra o para la paz; para la equivocación o la certeza; para la esclavitud o la libertad; para no dejar escapar el amor y elegir la felicidad.
Tan sólo un monosílabo... ¡y cuánto poder!
Gracias, perdón y respeto a las palabras.
Es una súplica…
Es una certeza
Es el despertar
Es desperezarnos
Es descolocarnos
Para enfrentarnos
Y enfervorizarnos
Te quiero mucho, Keiko.
Ojalá te hayan quedado guardadas muchas postales como a mí, de ese día en Costa del Este. ( Igual algunas puede suceder que se te olviden, no?) jaja
humana, tan necesaria en estos momentos en los que la razón se
acalla y retuerce y predomina el horror y el estruendo de las armas--
Saludos cordiales,
Carlos Enrique Cabrera-
bravo
Luis
Gracias.
si ambos nos elegimos en el acto docente y creativo, es porque pensamos lo que decimos, decimos lo que pensamos, nos complementamos en nuestras diferencias y caminamos con nuestras afinidades.
elección - docencia/arte - corazón a corazón -
destino - agradecimiento
Tu lluvia de palabras refresca mi alma, cuando impera la sequía.