Invasión (por Camilo Heller)
Un "homenaje" cruzagramístico a lo absurdo de las guerras
Vas a tu cocina y están todos tomando mate con facturas. No sabés qué hora es. Podrían ser las nueve de la mañana. Agarrás tu raqueta de tenis, tu set de tres pelotitas verdes. Caminás dos cuadras por la tranquilidad de tu barrio hasta llegar al club. Te reciben tus amigos que están muy contentos y se ríen mucho. Practican un rato porque el día está perfecto para raquetear. Escuchás los pajaritos que cantan y todo muy lindo hasta que a uno se le ocurre entrar a tomar algo al bar. En el televisor del bar están mostrando una película de aviones. Por el tono de la película, pensás que podría ser en realidad un documental. Pero el periodista está hablando desde la Casa Rosada. Así que es algo que ocurre acá. Los ves volar majestuasemente por todas partes. Mirás de reojo el diario. Dice algo de la guerra. La luz del sol ya está perdiendo suavidad y empieza a hacer frío. Sin embargo transpirás. Los aviones siguen dando vueltas extrañamente. No sabés bien qué es lo que están haciendo pero ves cómo pintan el cielo de gris. Ves cómo los nenes entienden menos que vos. Todos corren y no sabés a dónde. Dejás de mirar el noticiero. Ahora mirás la mesa. Están tus pelotitas verdes. Las agarrás porque tenés miedo de que se caigan. Pero se caen. Y te agachás para levantarlas y ves que los aviones están ahí, están en el club, están arriba del polvo de ladrillo. Están arriba de tu casa, de las facturas, del mate. No podés hacer nada. Los muchachos salen. No sabés a donde. Vos también, pero vos corrés a tu casa porque querés ver que todos estén comiendo facturas tranquilos. Ahora las dos cuadras de tu barrio no están como si fuera domingo. Están llenas de autos tocando la bocina, de gente corriendo y gritando y atropellando a los que se interponen en su camino. Pensás en tu esposa, en que te casaste con ella y en que la conociste en un viaje a Rosario. Te acordás de cuando nació tu nena número uno y de cuando la viste y de cuando dijiste acá está la primera persona del mundo que es mi hija. Te acordás de tu nene y de su conjunto celeste que tu hermana le regaló cuando nació. De cuando le enseñaste en la plaza a pegarle a la pelota. Te los imaginás como los viste hace un rato, comiendo sonrientes en la mañana de un domingo. Querés encontrarlos así. No tendrías que haber ido a jugar al tenis, te decís.
Entrás a tu casa desesperado. Suspirás de tranquilidad cuando ves que no hay nada roto y que está todo en su lugar. Pero entrás a la cocina y no están. No hay nadie. Le pegás una patada a la heladera y qué carajo está pasando. Dónde están. Vas al living, a las piezas. Nada. Escuchás los aviones y te gustaría que sean solamente aviones pero hay bombas. Salen de una tele. De la casa de tu vecino. Él está sentado en el sillón con su familia. Miran tranquilos porque no es en Buenos Aires. Alguno grita "vamos a vencerlos" y traga el pedazo de sánguche que tenía en la boca. Es 1982. Es en Malvinas.
escritor cruzagramístico nativo
Comentarios
Miraste una y otra vez y seguías sin comprender que significaba esa imagen que devolvía el espejo. Las gotas de sangre confundían la imagen, los vapores de los cuerpos eran neblina enturbiando el reflejo que querías ver. Los años no hicieron desaparecer de tu rostro lo que solo vos podías ver. Cuando al levantarte mirabas a tu alrededor tenías miedo de caminar entre esquirlas de dolor, que aunque hubieses querido enterrar te iban a acompañar hasta tu muerte. Nunca más pudiste leer sin que las palabras armaran el criptograma de hijos perdidos, de niños engañados, de madres muertas en vida por tus vanidades. Nunca más pudiste ver un cuadro sin que las pinceladas se transformen en latigazos y que te estallen los tímpanos por los gritos de las entrañas masacradas de soldados hambrientos y congelados. Nunca más sentaste a tus nietos en tus faldas sin sentir que se subían las almas de todos esos que a los que les hiciste creer en una epopeya. Tu mirada altiva escondió la vergüenza.
Es sombrío el recuerdo de tu nombre. Pero debemos recordar para no dejar que otros caigan en las mismas tentaciones y nos hagan formar parte de la locura. Tantos dieron batalla por la libertad que solo se puede nombrarte para definir la deshonra y entender que fuiste el reflejo de los que hoy, como vos, igualan tus miserias a lo largo del mundo enarbolados en banderas de paz, matando y alimentando el odio
Llueve
saltan tontean tracatraquean
las gotas agrandadas
en el techo de metal
llueve
dice ella tan romántica
tan tímida
tan tonta
tantán hacen las gotas
y ella trata inútilmente
de acercarse
de ovillarse junto a él
tantán hacen las lluvias
dos lluvias diferentes
él salta
elástico inocente
olvidado
ratatán hace la lluvia
y él salta y se hace otro
se acurruca en el rincón
hunde la cabeza
desnudo como antes
y las manos se le ponen como muros
y tiembla los temblores de su miedo
estéril inequívoco
inútil
ratatán hacían las balas
y él
ahora
vuelve a encerrarse
en el tanque
en la lluvia de las islas
en la lluvia de sus ojos
en el misterio
en su cárcel de metal
No tengo un texto sobre Malvinas para dejar acá, en realidad pienso que todavía no lo tengo escrito, pero seguramente está en algun rincón de mi cabeza, esperando a decodificarse. Queriendo salir para juntarse con los textos que tanta otra gente escribió y seguirá escribiendo sobre la "absurdez" de la guerra.
Saludos
La guerra no tiene ninguna justificación pero si le queremos agregar más razones: se suman los 18 años de los chicos que fueron,estuvieran de acuerdo o no,el gobierno irresponsable y siniestro que se hizo cargo de la decisión y el abandono que debieron sufrir los que estuvieron ahí.
En este momento veo un flash en televisión en que un señor militar y un civil quieren dejar en claro si eran niños o soldados los que pusieron su cuerpo para semejante barbaridad.
Aún no puedo dilucidar mi cantidad de odio, pero sí su calidad, ante tamaña entrega de juventud.
Me parece perfecto el texto del seños Heller.
Un abrazo.
Sonia
MARINA