11 de Octubre (por Ivan Ramirez Orcajo)

Y los hombres se invistieron de humanos, hicieron dos rayas y descubrieron el símbolo. Representaron todo el entorno y casi sin sentirlo, la naturaleza comenzó a transformarse. Perdió sus cuevas, el curso de los ríos, los árboles, la forma de sus cumbres y el color de sus nubes. Dos mil quinientas guerras han sido escritas con sangre de millones de caucásicos, amarillos y negros, sólo para conquistarla. Redistribución de bienes que pasaron de mano en mano, de cultura en cultura. ¿Eso es parte de la naturaleza humana? ¿En tal caso, la ética, la actitud revolucionaria y la libertad no lo son? La libertad es la concentración de riqueza de unas minorías. La libertad entonces, es abrir una puerta y encontrar miles hasta llegar a la última con un cielo prometido. Porque sin cielo no hay paraíso, sin agua no hay carabelas, sin Rodrigo de Triana no hay grito de tierra, sin guerra no hay botín, sin América no hay conquista, sin conquista no hay historia y sin ésta no existimos. Pero hubo la traza que escribió lo acontecido, hubo deseo de poder, sabor de imperios, sangre de reyes, fiebre de oros, y hubo el día después. El día que cambiaría el mapa de políticas, filosofías y creencias de Europa y el mundo de Mayas, Incas y Aztecas. Se amplió la geografía y se redujo la identidad. Eran tiempos en que se retractaba Galilei y la tierra seguía siendo plana y el sol le revoloteaba. Fue el encuentro del salvajismo americano con el salvajismo europeo y ganó el más fuerte. O el más salvaje. ¡Qué mala suerte! 

Aún hoy los imperios imponen su civilización a civilizaciones estancas. Con soberbia, con idioma, con dinero, con las armas, con el miedo. Las estrujan, las endeudan, las vacían. Siguen siendo cavernícolas sueltos, marcando territorios con sus garrotes hambrientos. Nada ha cambiado. 

El mundo no nos pertenece. Seguramente la naturaleza que matamos abrirá sus ríos puros. Y sus verdes matas cubrirán nuestras cruces cuando ya no estemos. Entonces la tierra, sin festejos de conquistas y desde la lejanía de nuestros cielos e infiernos, imitará a La Gioconda con esa sonrisa apenas sugerida.


publicado originalmente en
http://ivanraor.blogspot.com/2009/10/11-de-octubre.html

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