¿Cómo escriben los que escriben? (por Liliana Heker)

Mientras escribía su cuento "Antes de la boda", que abunda en diálogos breves, Liliana Heker no daba con la forma de redactarlo. Tenía los personajes, sabía hacia dónde iba la historia, pero no lograba avanzar. Entonces, un problema en su procesador de texto le dio una solución. El Word comenzó a tomarse atribuciones y a colocar automáticamente una sangría y un guión de diálogo que interferían en su escrito. Al no encontrar una solución, a los pocos días Liliana decidió sacar todos los guiones y dejar los diálogos intercalados en el texto. "Cuando llevaba escrita media página, descubrí que ésa era la forma de narrarlo. Era una forma que no había buscado, pero era la forma del cuento", comenta.

Heker escribe por las mañanas, muy temprano, en un gran escritorio en el que tiene a mano su computadora y sus libros. A veces deja de teclear para mirar por la ventana o caminar por la habitación, lo que según sus propias palabras no constituye una pausa en la escritura. "No soy de esos escritores que están atornillados a la silla durante horas. Cuando estoy muy embalada necesito pararme y empezar a caminar para estructurar lo que estoy escribiendo", dice.
Sin embargo, y como muchos de sus colegas, Heker también atraviesa etapas de parálisis creativa. "Sufro los bloqueos. Cuando son muy prolongados, me provocan angustia. El más largo terminó hace poco. En ese tiempo no es que no haya escrito nada, pero no pude terminar de encontrar lo que quería escribir. Fue una época durísima."
Avezada cuentista, no duda de su método a la hora de trazar la arquitectura de un relato. "La primera frase, especialmente en un cuento, ya viene con el final incorporado -dice-. Empiezo a escribir un cuento sólo cuando tengo la primera frase, cuando conozco el punto de vista y hasta la música del cuento. Entonces, todo se va desencadenando hacia el final."


Fragmento de una nota publicada en ADN.

Comentarios

El proceso de creación obedece a un estado interior y surge más de las veces de un modo integral, con el final incluido, aunque no siempre es así, hay ocasiones en las que el texto se desencadena a sí mismo a partir de una idea cuyo destino es desconocido y se va deshilvanando intuitivamente hasta alcanzar el desenlace. En este discurrir, no es raro encontrar nudos que precisan tomarse un tiempo de descanso para desatarlos, así se cuente con la estructura y el argumento de la obra de antemano. Igualmente creo, que todos los escritores pasamos por etapas en las que la mente se resiste a la inspiración, lo cual genera una gran frustración que se convierte en angustiosa desesperación, cuando ello se prolonga. Pero saber que tales emociones y estados son naturales en el devenir del espíritu creador es un alivio, aún cuando sean ineludibles, puesto que se cuenta con el tiempo como el mejor amigo para superarlos.
Gracias amigos por compartir las experiencias de Liliana Heker e invitar con base en sus consideraciones, a la reflexión sobre la identidad artística que se comparte.

Patricia Helena Vélez R.
Anónimo dijo…
Lo bueno de estas "charlas con escritores" es nos dan ánimos a los que recién empezamos. A veces uno piensa que la gente que escribe hace mucho tiempo, tiene todos los problemas y/o bloqueos resueltos, y comprobar que no es así, más que desanimar da energía.
En lo personal, encuentro que caminar o viajar en colectivo, es mágico para destrabar las ideas. Claro que se hace complicado, a veces, poder anotar las que surgen en medio del gentío de un colectivo, pero bue...